No se puede decir que todo fuera mejor en el pasado, ni mucho menos, pero algunas cosas al menos sí eran más sencillas. Quienes conducían mucho durante la semana, por ejemplo, sabían que un motor diésel se amortizaba al alcanzar cierto kilometraje anual. La estimación aproximada solía ser de unos 15.000 kilómetros, teniendo en cuenta que sus precios eran unos 2.000 euros más caros que sus versiones equivalentes de gasolina. Las cuentas estaban claras.
El coche diésel resurge en el mercado de segunda mano: es el más vendido
Entonces podías calcular fácilmente cuándo se amortizaba el precio de compra, consciente también de que el combustible diésel era bastante más barato y los motores correspondientes también consumían muy poco. Y en los viejos tiempos, nuestros corceles diésel incluso podían liberar sus gases de escape a la atmósfera sin ningún obstáculo. ¿Y hoy? Pues la cosa ha cambiado mucho.

El debate sobre el diésel ha concluido con una diferencia de precio prácticamente nula hoy entre un coche diésel y uno de gasolina… siempre que des con un modelo en el mercado que cuente con ambas tecnologías, que cada vez es más difícil, sobre todo por la desaparición del gasóleo en los segmentos medio-bajos. Eso sí, el consumo de combustible sigue siendo bajo, lo que, sumados todos los factores, está provocando un importante resurgimiento en el mercado de segunda mano, donde, según las últimas cifras del sector, hasta el 50,9% de las ventas son ya diésel, siendo claramente el tipo de modelo más comprado.
Las Zonas de Bajas Emisiones, clave en la elección
Pero, claro, hay otro factor que cobra importancia: las restricciones de circulación. Las nuevas Zonas de Bajas Emisiones ya castigan por completo a los coches diésel matriculados antes de 2006, los que no tienen etiquetas, que pronto estarán vetados en los centros de hasta 150 ciudades españolas, así como en todo el término municipal de Madrid. Por su parte, los matriculados entre 2006 y 2014, es decir, los de más de 10 años, también comienzan a verse afectados por su etiqueta B, aunque de momento sin resultar dramático. Una decena de ciudades los ha incluido en sus limitaciones.

Por tanto, este factor es el que obliga ahora a estar expectante, ya que la viabilidad de compra de un coche diésel más antiguo de 10 años dependerá del entorno en el que vivas y de las restricciones que puedan o no afectarte. De momento, los diésel nuevos, los que tienen etiqueta C de la DGT, eluden prácticamente todas las prohibiciones de uso, aunque en el plazo de 3 o 4 años comenzarán también a verse afectados. Te toca a ti en este caso decidir si te interesa o no apostar por ellos, ya que no podemos por ahora conocer qué restricciones tendrán con seguridad: de hecho, ni siquiera la prohibición de venta contemplada para 2035 por la UE es segura, y podría revisarse a finales de este mismo año.
La fórmula para calcular si te interesa comprar un coche diésel o un gasolina
Ojalá pudiéramos por tanto aclarar más dudas en este aspecto, pero hoy resulta imposible. Lo que sí puedes seguir calculando, sin embargo, es si te compensa esta tecnología en función a su precio y consumo respecto a otras. La cuestión de si un diésel es el motor adecuado para ti puede así calcularse, primero, de la forma clásica. Mediante esta fórmula: Kilometraje anual/100 x consumo de combustible x precio del combustible por litro.

Así, para poner un ejemplo, si tomamos uno de los coches de segunda mano más vendidos, el VW Golf, con entre 2 y 4 años de antigüedad, 150 CV, tanto en versiones de gasolina como diésel con transmisión manual, y suponemos un kilometraje medio de 15.000 kilómetros al año, nos sale este resultado teniendo en cuenta el actual precio medio de los carburantes y aplicando la fórmula anteriormente explicada:
Gasolina: 150 x 5,0 x 1,51: 1.132,5 €
Diésel: 150 x 3,7 x 1,43: 793,7 €
Así, en este punto (calculado con las cifras de consumo de combustible tan bajas del fabricante), el diésel ya sería casi 340 euros más barato al año. Y, con un kilometraje anual de 20.000 kilómetros, la diferencia ya subiría a casi 500 € más barato que un motor de gasolina. Esto supone un ahorro considerable que se amortizará rápido con el paso de los años.
Sin embargo, la decisión debe basarse no solo en el kilometraje, sino también en tu perfil de conducción. Después, también puedes utilizar tu consumo personal de combustible para refinar tus cálculos. Pero lo más importante es que, si vives en la ciudad y viajas mucho, pero principalmente en distancias cortas, te arriesgas a que el motor diésel nunca se caliente correctamente. Y es que hay que tener en cuenta que la regulación de la temperatura es vital para el buen funcionamiento de un motor diésel moderno.
Aquí es donde el motor diésel causa problemas
En comparación con los antiguos motores diésel de aspiración natural de las décadas de 1970 y 1980, los motores diésel modernos son auténticas máquinas potentes y sofisticadas. La fiabilidad y la durabilidad solo son posibles cuando todos los sistemas funcionan a la perfección. Alcanzar la temperatura de funcionamiento tras un arranque en frío es crucial para el correcto funcionamiento de los sistemas de purificación de gases de escape. Si esto no ocurre, se acumulan cada vez más residuos de combustión sin poder descomponerse.

Un filtro de partículas, por ejemplo, recoge el polvo aceitoso y el hollín del escape y lo quema en el momento oportuno, activando la combustión a temperaturas especialmente altas mediante un comando de software (esto se denomina recuperación). Si no puede hacerlo porque no se alcanzan las temperaturas inicialmente o porque la recuperación se interrumpe constantemente en cortos recorridos principalmente urbanos, acabará obstruyéndose y deberá desmontarse y limpiarse, o en casos extremos, incluso sustituirse, con un coste elevado. Y la boquilla de inyección de AdBlue, ubicada en el catalizador SCR (Reducción Catalítica Selectiva), se obstruye si no se mantiene limpia con gases de escape calientes.
Por tanto, si no conduces ocasionalmente a alta velocidad en autopistas o autovías y durante un tiempo prolongado, correrás el riesgo de que el sistema de recirculación de gases de escape, que canaliza los gases diésel sucios a través del motor para su recombustión, se obstruya cada vez más. Si esto ocurre, es necesario desenroscarlo y limpiarlo de nuevo.
El viejo dicho por tanto de que un buen motor diésel dura para siempre no es del todo descabellado. Pero la recomendación es que, si viajas mucho en coche, a menudo con algo de autopista o carretera, te sentirás cómodo y seguro con un coche de gasóleo. Sin embargo, si conduces principalmente en zonas urbanas y haces paradas frecuentes, deberías optar por un motor de gasolina.

Los motores de gasolina también son cada vez más complejos
Pero, como ya hemos avanzado, no todo es hoy tan sencillo, y la historia no podemos ahora decir que acaba aquí, como antes. Desde el cambio de la norma de emisiones Euro 6d-Temp a Euro 6d (normalmente hacia finales de 2020), la mayoría de los fabricantes también han instalado un filtro de partículas, también conocido como filtro de partículas de gasolina (OPF), en los motores de gasolina. Funciona igual que un diésel y se resiente si no se calienta correctamente de vez en cuando. Por lo tanto, aquí también existe una posible complicación.
Al fin y al cabo, es cierto que los motores de gasolina, incluso los modernos de inyección directa, producen menos partículas de hollín y, sobre todo, alcanzan la temperatura de funcionamiento con mayor rapidez. Esto significa que, en general, son mucho más resistentes en trayectos cortos, siempre que no se sometan a un esfuerzo excesivo (por ejemplo, al funcionar a un régimen excesivo y aplicar demasiada carga durante la fase de calentamiento).